La gestión de un teatro es una montaña rusa. Desde trabajar mano a mano junto a los artistas hasta llegar al momento culmen de la realización de la acción concreta, por ejemplo, Atakama ha desarrollado teatro musical, obras de teatro, obras de títeres, monólogos teatrales femeninos. El objetivo de todas y cada una de ellas es hacer llegar al público un conjunto de propuestas que permiten emocionarse, soñar, reflexionar, sufrir o reír; y que contribuyen a aumentar el capital cultural y los lazos sociales de una comunidad. A lo largo de la historia de la sociedad, la gestión de teatros ha sido una actividad prácticamente empírica, más allá de su larga permanencia temporal y su relevante valoración social. El teatro necesita de tres grandes proyectos a la vez: artístico, producción y desarrollo territorial. El primer ámbito se basa en la gestión de los recursos humanos, elemento central en cualquier organización, pero un desafío cuando se trata de cohesionar el personal artístico con el técnico y el administrativo ya que la creatividad cultural necesita de un eje central. El segundo pilar se asienta sobre los costos y los recursos financieros: desde la estrategia de planificación presupuestaria y de costos, hasta las diversas fuentes de financiación (política de precios, mecenazgo y patrocinio, o publicidad, entre otros). Incluye también una reflexión sobre los condicionantes y efectos de la aportación pública. El marketing, la comunicación, junto a las relaciones institucionales conforman el tercer ámbito; se analizan las distintas estrategias frente a los medios de comunicación y las redes sociales, así como los instrumentos a disposición (distribución, tarificación, promociones, publicidad o atención al público), dependiendo de las particularidades de cada actividad, no es lo mismo festival de teatro clásico que una obra de teatro para adolescente, pues las relaciones institucionales y el protocolo cambia. Un cuarto punto incorporaría la gestión de infraestructuras y de proveedores. Se debe examinar las consecuencias de los retos tecnológicos, incluye el análisis de las estrategias de inversión para determinados musicales, por ejemplo, o la problemática del mantenimiento, junto a temas de prevención y control de la seguridad. De esta forma, se puede apreciar que los espacios para la representación han evolucionado y los circuitos de distribución se han complejizado hasta conformar el actual sistema escénico, que en la mayoría de los países de occidente comprende desde el teatro de titularidad pública al gran teatro comercial, tanto las “salas y”
compañías independientes a las grandes empresas de producción, como las fábricas de creación o de residencia artística a los espacios polivalentes actuales.