En el ámbito empresarial, los eventos sirven para presentar o potenciar determinados productos, servicios e incluso la marca. Un evento permite realizar un acercamiento con los clientes actuales y potenciales, facilitando los objetivos de fidelización frente a los competidores del segmento. El auténtico valor de los eventos es su capacidad para ser recordados, ya que generan una “experiencia” a sus asistentes. Las experiencias pueden ser:
- sensoriales: apelan a los sentidos, con el objetivo de crear experiencias a través
de la vista, el tacto, el gusto, el oído y el olfato. - sentimentales: apela a las emociones. La comunicación en general se ha
instalado en el terreno emocional por su gran capacidad persuasiva. Los
“eventos de motivación” destinados a empleados apelan a sentimientos tales
como el reconocimiento, el orgullo de pertenencia, la capacidad de superación
o la fortaleza de sentirse parte de un equipo. - de pensamiento: apelan al intelecto con la finalidad de generar experiencias de
carácter cognitivo-resolutivo que involucren al invitado de forma creativa. Este
tipo de experiencias, abarcan la sorpresa, la provocación y la incertidumbre.
“Lo que no se espera no se olvida” . - de las acciones: se trata de proporcionar a los asistentes una oportunidad para
“vivir una experiencia diferente”. En ocasiones, el lugar donde se celebra el
evento ya proporciona esa vivencia singular. - relacionales: contienen elementos de las cuatro experiencias anteriores. Estos
eventos consiguen vincular a la persona con otras de similares gustos y
aspiraciones. Este planteamiento apela al deseo de pertenencia. Se basa en la
necesidad de ser percibido positivamente por aquellos a los que queremos
parecernos
En todo evento debemos diferenciar tres grandes fases o etapas:
- El pre-evento: en esta fase deberemos marcar los objetivos qué se persiguen,
planificar los pasos a seguir y organizar todo lo necesario para que cuando
llegue el día del evento esté todo listo. - El evento: todos sabemos que la perfección no existe, por lo que si aparecen
imprevistos debemos tratar de solucionarlos lo más rápido posible y sin que los
asistentes los perciban. - El post-evento: consiste en analizar y evaluar cómo ha ido el evento, si se han
conseguido los objetivos, si ha asistido la gente que se esperaba o si los
asistentes han quedado satisfechos; también es el momento de analizar todos
los fallos para que no vuelvan a ocurrir en los siguientes actos.
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