Con el término de “evento” se abarca un sinfín de modalidades de naturaleza diversa que van desde una reunión, una jornada, un concierto, unas fiestas, una exposición de arte, una conferencia o un congreso, un festival de música o de cine, hasta una prueba deportiva. Los eventos no constituyen por tanto un patrón uniforme de actividad. Al contrario, existen infinidad de modelos, cada uno con sus características y particularidades, y que variarán en función de peculiaridades como: su tipología, la localización, la cantidad de personas asistentes, el tipo de prácticas que se llevan a cabo, los servicios que se ofrecerán en el mismo, etc. Un evento, indiscutiblemente, sea de la modalidad que sea, genera impactos, positivos o negativos. Impactos de índole cultural-educativo, emocional, social, económico y ambiental, y que se producen en el lugar y el entorno donde se celebra.
Al cabo del día, se producen infinidad de eventos. Para ser más “sostenibles” en ese sentido, el objetivo es, por tanto, gestionar el impacto, bien sea negativo o positivo, reduciendo su huella ecológica, asegurando un balance económico justo, aprovechando las oportunidades que pueda aportar a la comunidad y al entorno local y sensibilizando y educando, desde la práctica, a personas organizadoras y personas asistentes o participantes. Básicamente debemos elegir el tipo de actividad que mejor se adecúe a nuestras capacidades y los criterios que queremos respetar o implementar. Debemos pensar donde llevarlo a cabo y valorar los impactos -negativos y positivos- que generará. Además, en esta fase también habrá que definir aspectos más concretos como cronogramas, personas necesarias y presupuestos. Es una fase en la que las prisas y las ganas de entrar en acción pueden hacer que pasemos algunas cosas por alto. Pero teniendo en cuenta que será la base en la que se apoyarán los siguientes pasos, merece la pena que le demos la importancia que se merece. La comunicación es el eje transversal a todo el evento, y la herramienta más importante para que todas las personas participantes en la organización y el desarrollo del evento estén alineadas en cuanto al mensaje a comunicar. Toda acción es una actividad que lleva implícitos unos valores, que son las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos comportamos. Por lo tanto, es importante que nuestras acciones sean consecuentes con los valores que se quiere transmitir. Desde Atakama se apuesta por unos eventos donde se favorezca el diálogo, la participación, la igualdad, la responsabilidad, el respeto, la justicia, etc. Valores, que además de los priorizados en cada actividad o evento, son indispensables en cualquier situación.
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